Advierto a quien lea estas líneas que las ideas expuestas en este texto son consideradas, en la Venezuela de hoy, un anatema, un delito de subversión y un crimen de lesa patria. Obviamente, no lo son, pero así como un régimen militar no admitirá que lo es, tampoco considerarán ideas lícitas argumentar en favor del establecimiento urgente de un nuevo gobierno inspirado en el control y el poder civil sobre el militar. Como decía Gustavo Machado, fundador del Partido Comunista de Venezuela pero olvidado por sus actuales correligionarios, “Los curas a la iglesia, los militares al cuartel y los civiles al poder”.

En efecto, hoy existe en Venezuela un régimen de fuerza, autoritario y militarista. Con la novedad de tener un civil simbólicamente a la cabeza, pero el auténtico poder de decisión está en manos de una cofradía militar. No son cogobierno, son el gobierno. Dicho esto, quienes esperan que se presente un golpe militar para sustituir al actual gobierno militar engañan, se auto engañan o son tontos útiles de los aparatos de propaganda. Entre bomberos no se pisan la manguera.

Es necesario establecer una línea clara entre quienes han secuestrado las instituciones públicas para beneficiarse corruptamente del usufructo ilícito de la riqueza nacional, a punta de su uniforme, su pistola de reglamento y sus charreteras, y todo el pueblo civil, obreros, estudiantes, gremios y partidos políticos que aspiran a un gobierno fundado en el respeto a la constitución y las leyes. Esa línea entre los apologistas de la dictadura y los demócratas reside en el uso intenso, sin miedo, sin dudas y sin titubeos, de los medios correspondientes a los fines. Si deseamos construir una democracia, de entre las ruinas dejadas por la dictadura, debemos luchar por condiciones electorales que hagan posible el ejercicio libre del voto, organizar comandos descentralizados y motivados para votar, ejercer dicho derecho y defender la voluntad ciudadana con movilización popular.

La violencia es el arma de los golpistas, siempre lo ha sido. Desde el 4 de febrero de 1992, el militarismo golpista, los gorilas uniformados, usan sus fusiles y balas. Usar el voto para ellos solo ha sido un recurso contingente. Se escribe dictadura, se pronuncia represión. Por tanto, en su campo de experticia, la violencia, tenemos las de perder. Nuestra lucha, la lucha para que Venezuela sea una República Civil, de iguales y de libres, es ante todo un esfuerzo de activistas, de pacifistas, de quienes tienen en sus manos lápices, en su verbo la verdad y en su mente ideas.

No hay que llamarse a falsas construcciones mentales, el escenario de lucha es desigual. El régimen intentará dividirnos, usará sus medios, su propaganda, el hambre, una caja CLAP, un bono, un carnet, una amenaza de despido, de prisión o de exilio, para quebrar nuestra voluntad. Ya el régimen tomó la criticable decisión de eternizarse en el poder, de envejecer y engordar mientras que el resto de la población muere y adelgaza. Ahora, no mañana, ni pasado mañana, corresponde a cada ciudadano tomar su decisión de defender su país y conquistar su libertad. Emigrar es un falso escape, afuera siempre seremos extranjeros.

Contacta a tus dirigentes de base, a tu gremio, a tu dirigente estudiantil, a tu sindicato. Vincúlate y movilízate. La democracia no te puede prometer ni villas ni castillas, solo puede prometerte que serás ciudadano, que tendrás derechos y deberes. Hoy eres un civil bajo un gobierno militar, mañana, victoria popular mediante, serás un civil en una República Civil.

Imagen: Onet