Los últimos 30 años en América Latina han sido telúricos para los sistemas políticos. Muchos países aún siguen sin recuperar su sistema de partidos y sobreviven en los escombros del terremoto que generó la década perdida y los programas de ajuste estructural. Por esa razón, se ve con sospecha cualquier elección y cada clase política advierte al país vecino de un porvenir similar al suyo.

Los temores varían de acuerdo al país, pero sin duda alguna, el fantasma más temido es el de Hugo Chávez. Este “significante vacío” ha recorrido esta región desde 1998, pero se ha exacerbado aún más por la terrible crisis humanitaria que vive Venezuela. Si durante todo el siglo XXI se ha comparado a Hugo Chávez con el infinito universo heterogéneo que se opone al neoliberalismo, que incluye desde la demócrata Michelle Bachelet hasta el latifundista José Manuel Zelaya, no nos podría dejar de sorprender que el espectro del Comandante asedie a AMLO. Aquí precisaremos las principales diferencias antagónicas que existen entre ambos.

Chávez era un outsider, AMLO un hombre de partidos. López Obrador militó desde su temprana juventud en el PRI (el partido que gobernó durante 70 años consecutivos México) y posteriormente fundó el PRD, del que fue presidente en Tabasco para 1991. Para ese año, el teniente coronel ni siquiera había dado el golpe militar (1992). En 1994 ya había sido candidato a gobernador en su ciudad natal y en el año 2000 triunfa como candidato a gobernador del Distrito Federal. Así mismo fue candidato presidencial en el 2006, 2012 y finalmente en el 2018 en el que obtuvo la Presidencia de México. A López Obrador no se le puede comparar ni siquiera con un outsider como Rafael Correa, que no había ganado nunca una elección popular hasta su llegada al Palacio de Carondelet o a Fujimori, que no había administrado nunca un situado constitucional antes de ser Presidente.

Chávez era un militar y construyó una estructura gubernamental para sus pares. López Obrador es un Licenciado en Administración Pública y Ciencias Políticas egresado de la UNAM, surgido del mundo civil y de la democracia universitaria. Desde muy joven ocupó cargos en la administración de su Estado, lo que lo convierte en un conocedor de la gestión social, de las técnicas parlamentarias y de la administración del Estado.

Chávez era de la izquierda antisistema. A pesar de no haber asistido al Foro de Foro de São Paulo, Chávez rápidamente se adscribió a él. López Obrador no podría estar más lejos del marxismo, del castrismo, del maoísmo, del anarquismo o cualquier otra variante. Inclusive ha dejado claro en múltiples ocasiones su distancia con el Subcomandante Marcos y el zapatismo. De hecho, sería desmedido comparar a Obrador con Evo Morales, José Mujica o Lula Da Silva. Debido a que AMLO no viene ni de los sindicatos ni de la guerrilla. Lo único que lo une a estos liderazgos es el discurso anti-neoliberal. Pero entonces habría que colocar al canadiense Trudeau, al expresidente francés François Hollande o al mismo Trump en una asociación tan fatua como esa.

Por último, la invitación a líderes como el Jefe de Estado cubano y Nicolás Maduro, obedece a que la política exterior mexicana ha favorecido desde 1930 la Doctrina Estrada. De hecho, un acérrimo anticomunista como Vicente Fox, ni siquiera pudo negarle la invitación a Fidel Castro, obligándose a exclamarle el famoso “comes y te vas” para evitar problemas con George Bush. Por no hablar otras ceremonias en la historia venezolana en la que el extinto Fidel Castro estuvo presente.

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