Ya en las vísperas de la caída de la dictadura de Venezuela los indicadores socioeconómicos son muy negativos, con una hiperinflación estimada para 2019 de 10.000.000% y el cierre del PIB (2018) en -18% según el FMI, lo cual supera por mucho las economías de guerra en el pasado.

Dado este catastrófico escenario y con el comienzo de un gobierno de transición a la democracia en Venezuela, es menester que se prepare un programa de recuperación económica e inversión en el corto y mediano plazo, que pueda revertir los indicadores negativos que una política económica fracasada y la corrupción gubernamental trajo consigo, requiriendo para ello del apoyo de las universidades nacionales y las mentes expertas en este tema para garantizar su éxito. Es fundamental además la ayuda de la comunidad internacional y de los organismos crediticios, ya que el ingreso mensual del 60% de la población del país es de $6 mensuales al momento de ser escrito este artículo, lo que se traduce en un incremento brutal de la pobreza, llevando a deprimir mucho más las condiciones elementales para la vida humana.

Nos corresponde entonces reconstruir el país, reconstruir su autoestima, su confianza, su fe y esperanza en que tendremos un futuro mejor para todos, para ello necesitamos que regresen al país esos venezolanos que durante años se formaron en nuestras universidades y en el exterior, para que junto a los que estamos aquí, comencemos los grandes retos republicanos que tenemos por delante, como por ejemplo, nuestra capacidad eléctrica instalada de 24.000 megavatios(MW) que supera a muchos países de la región, producto de la visión de los gobernantes de la democracia; aunque en estos años no se ha hecho mantenimiento a los equipos ni se ha invertido en la tecnología necesaria, lo que ha traído las fallas que todos conocemos. Aun así nuestra capacidad supera a Colombia y Brasil.

Tenemos que recuperar el aparato productivo nacional, potenciar la agricultura, el turismo, reestructurar PDVSA, que ha sido prácticamente destruida a cenizas y para ello necesitamos nuestra mayor riqueza, que no es el petróleo, porque el petróleo se acaba; es el talento humano, ese que se gana producto de esfuerzo y dedicación a las áreas del conocimiento. Para potenciar el talento humano es necesario invertir en la universidad venezolana tan maltratada y menospreciada por la nefasta dictadura que nos gobernó, y aun así es sobreviviente del régimen, producto de grandes esfuerzos personales e institucionales. Necesitamos del concurso y aporte de todos para esta gran tarea, vienen días y noches de trabajo sin descanso para recuperar todo el tiempo perdido de estos 20 años oscuros para la historia contemporánea de nuestra patria, y aprendida la lección que con sus errores no hay mejor sistema de bienestar que el sistema democrático.

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