Muchos “marxistas” expresan que, para Marx, el Derecho no era más que una disciplina burguesa diseñada para mantener el sistema capitalista. En virtud de ello, Lenin propuso una alternativa llamada derecho socialista, que suponía la superación del modelo basado en el carácter absoluto de los derechos individuales para darle preponderancia a los derechos colectivos, establecidos por el Estado en pro del interés general.

La verdad es que el derecho socialista, en los términos planteados por Lenin, no fue sino un instrumento para investir de legalidad el proceder autoritario del Estado total comunista, eliminando la libertad como un valor intrínseco a la dignidad humana.

El Derecho, y en especial, la sujeción del poder a él, es en efecto un producto de la revolución burguesa basada en las ideas de la ilustración, el cual perseguía en las ideas de los clásicos liberales como Rausseo, Montesquieu y Locke, limitar el poder absoluto del Leviatán propuesto por Hobbes como pilar fundamental de lo que llegaría a ser el absolutismo, en beneficio de las libertades individuales de carácter civil, político y económico.

Mucha tinta y horas de reflexión se han invertido en determinar cuál es el papel que el Derecho debe jugar en una sociedad. El pensamiento progresista ha sido punta de lanza en la lucha por alcanzar una sociedad justa y equitativa a través de la transformación del derecho en un instrumento para la realización de las aspiraciones de los que no nacen con poder político o económico para lograr sus conquistas por medio del Estado liberal clásico o del mercado.

Así, los derechos humanos son una de las conquistas más importantes del pensamiento liberal progresista, ya que suponen la limitación del poder político y económico frente a los derechos civiles, políticos, económicos y sociales de todas las personas por el simple hecho de serlo. Son, pues, la realización dogmática del principio de igualdad enarbolado por la revolución francesa -no más privilegios, todos los hombres y mujeres son iguales ante la ley-.

A pesar de que en el siglo XXI la humanidad vive el mejor momento de su historia como especie, lo cual, en buena medida se debe a la conquista de los derechos humanos, aún son muchas las personas que padecen la ineficacia de esos derechos a manos del poder político institucionalizado y autoritario, o del poder fáctico económico potenciado por la globalización.

El reto de los movimientos progresistas del mundo radica en la conquista de garantías universales para los derechos conquisatdos, mediante la globalización del régimen constitucional de derechos y garantías.

El Derecho es hoy instrumento fundamental del pensamiento progresista, como mecanismo idóneo para limitar el poder político en pro de sistemas cada vez más democráticos, así como para limitar el poder económico replicador de desigualdades e injusticias.

Imagen: Acountax